De origen antioqueño, con una trayectoria artística sobresaliente en el campo del arte colombiano y conocedor de la gran mayoría de corrientes artísticas, en su evolución artística pasa de lo recursivo con los materiales, a lo expresivo cargado de materia, descomponiendo el plano entre la figuración y abstracción.

La experiencia de Diego Cano con su obra nos inclina a preguntarnos como es que el material empleado determina la experiencia y el lenguaje, se nos olvida como espectadores la complejidad técnica y la creatividad que son necesarias para que todo material responda a la voluntad humana. El artista deja fluir la necesidad de expresión libremente, así de esta manera las ideas, sus estudios, la formación constante, lo cultural y filosófico es la base de su hecho artístico.

Enfrentar su proceso creativo es combinar narraciones de historias sociales, de brochazos y pinceladas, gamas de color que contrastan con un lenguaje consolidado en el presente, mas no en el futuro cercano, dadas las condiciones de su nueva búsqueda de la mano con un desarrollo técnico consecuente con un contenido critico como constante en su obra.

La base de su quehacer artístico es el dialogo con su alma, con su inspiración desde una intuición que la define en el tratamiento de la materia. Los arquetipos en su obra se contextualizan en lo que cuenta, algo que le preocupa, representado en sus temas pictóricos, no cae en dramas, pero si en simbologías que se dirigen al espectador desde un expresionismo ligado a su vida en el estado anímico.

El proceso de creación provoca una catarsis liberando las tensiones y yuxtaponiendo los materiales y gestos en la línea que habla de una experiencia existencial explosiva, sacudiendo el lienzo desde su relación con lo cotidiano, las realidades invisibles de purificación y estados mentales de inquietud. La atmosfera de sus cuadros es enigmática y contundente, porque el fundamento es la representación de las emociones humanas.

Elaboro: ELIZABETH GARZÓN Y. CURADORA